Obituario Teresa Suárez
TERESA SUÁREZ (1947-2024)
En el fallecimiento de una psiquiatra sistémica que propiciaba el cambio en lo político, lo asistencial, lo ideológico
Por Begoña Olabarría. Psicóloga Clínica
Teresa Suárez falleció el pasado 26 de abril.
Escribir aún bajo ese impacto, urgida por el impulso de hacer llegar noticia de su ausencia para algunos que formásteis parte de su universo de relación en algún tiempo/espacio, en alguna misión compartida, en alguna tarea, y para otros que con conocimiento de ello o sin él, vivís un contexto de la Salud Mental “tocado” por su hacer. Busco transmitiros. Me resulta necesario y también difícil. Aún puedo verla como si fuéramos a hablar. Otra vez. ¿De clínica? ¿de formación? ¿de política? ¿del mundo? ¿de pensamiento? ¿de su nuevo libro? ¿de nuestras familias? ¿de nosotras? ¿qué tendrá en la cabeza …? Me interfieren imágenes, palabras y silencios, contenidos que a todo eso pertenecen. Me interfieren para escribir su obituario. Y pienso: ¿escribo ahora para ella que ya no está, o para vosotros que lo leeréis? ¿O tal vez, de alguna manera, para mí?
Quiero alejarme de escribir hacia configuraciones mitológicas, de las que participan y atraviesan las organizaciones, los grupos humanos con historia, las familias, que tan bien conocemos los sistémicos, esos en cuya conformación de identidad en España la aportación de Teresa Suárez fue pionera y sostenida, clave. Sin hagiografía, pues establece una construcción dicotómica: la que se muestra, con realizaciones y calificativos supremos, y la que se oculta que remiten y hasta suscitan cuestiones de orden proceloso. En definitiva, textos falsarios.
Hasta cierto punto y de maneras muy distintas para cada uno, nos gobiernan los muertos. También en el ámbito de lo profesional cuando se trata de ejercicios que conforman nuestra identidad, tenemos nuestros muertos que nos determinan en tanto han favorecido (o favorecen aún) identificaciones, líneas estratégicas para andar caminos; “obligan” tomas de decisión hacia la cercanía y la distancia respecto de ellos. Así que las fronteras entre los muertos y los vivos resultan a veces difusas. Tanto es así, que sabiéndolo, algunos dedican esfuerzos dejar construido un mito de sí mismos que pueda condicionar la vida de sus vivos (la cuestión sería a qué responde esa construcción, claro).
Así que deseo hablaros de Teresa Suárez desde la búsqueda de verdad por cuanto ella, a lo largo de toda su trayectoria, en diferentes ámbitos, organizaciones, propósitos, y para muchos, ha jugado papel, a veces decisivo, en la configuración de su identidad o de su contexto inmediato en múltiples aspectos o en el establecimiento de posición propia en él, de responsabilidad o no, de compartir o no, de limitar (y en qué y cómo) o expandir (con difusión de limitaciones en un totum) esa segunda piel, que siendo profesional, en ocasiones conforma identidad, como le ocurría a ella.
Nació en Asturias y pasó su infancia y adolescencia en Valencia, donde estudió Medicina. Decidió hacer Psiquiatría y fue MIR en el Hospital Psiquiátrico de Oviedo, donde participó activamente en el primer conflicto psiquiátrico de España en 1971 en búsqueda de cambios, que supuso su despido junto a otros compañeros y su salida de España a Lausanne (Suiza) donde finalizó su formación en Psiquiatría, realizó su formación psicoanalítica y su descubrimiento y formación en la sistémica, que junto a Carmen Rojero introduce en España a su vuelta desarrollando programas de formación desde entonces de gran relevancia por su rigor.
Muy sucintamente diré que a lo largo de los años 80 es Jefe de Distrito de SM de Móstoles y posteriormente Coordinadora del Area 8, hasta ser nombrada Coordinadora Técnica del Programa para la Reforma de Salud Mental (1994-95) de la Comunidad de Madrid. Fue Coordinadora del Hosp. de Día del Área 8. Su trayectoria la establece a caballo entre la asistencia pública, donde realiza importantes aportaciones de cambio, y la privada con la creación de AESFASHU y su Centro de Formación en Terapia Sistémica. Fue directora de la Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría (1986-1990), miembro de la Junta de FEAP (1999-2002), miembro fundador de la Association Européenne por la Recherche en Thérapie Systémique, Codirectora del Máster en Psicoterapia Relacional (AESFASHU-AGORA RELACIONAL), entre otras muchas aportaciones.
Creo poder decir que ha sido una de las psiquiatras más reconocidas, que buscó y aportó su ejercicio hasta el final (acaba de publicar en Francia un libro de autoría compartida, que pronto verá la luz en España), configurando su hacer como una manera de vivir. Su fuerte personalidad y carácter definieron ejes de empeño en ello.
Su desaparición, ese hueco que ha dejado, tiene un modo de poder, provocador y favorecedor por y en el vacío surgido, que me parece que tal vez tiene energía o capacidad de atraer (o repeler) a quienes están en un alrededor que es algo más y distinto que el del inmediatismo del aquí y ahora, porque atraviesa y circula por diferentes tiempos y escenarios.
Enfrentó repliegues de riesgo: El proyecto hacia la SM comunitaria, cuestión esta que le importaba, no es una reliquia caduca ni el vestigio de un propósito extinguido. Al contrario: puede que ahora más que nunca se haga necesario repensar con rigor y entusiasmo, sus avances y las consecuencias de su actual “frenada”. También la toxificación del lenguaje y el pensamiento clínicos -también el sistémico, que tanto cuidó-, cuando avanza la simplificación, la linealidad cosificadora, la descontextualización y cosificación de las praxis en SM, los derechos como palabras vacías. Avanzamos no por casualidad, sino por la iniciativa de un grupo de psiquiatras y psicólogos clínicos que con capacidad de liderazgo, retomando raíces de Lafora y Germain, dispuestos a generar un cambio sustantivo que comenzaba con terminar con la manicomialización como modelo asistencial trabajaron de diferentes maneras para aportar cambios en lo clínico-asistencial, en lo sociopolítico, en el pensamiento, en los derechos… para que el ciudadano se rigiera a sí mismo desde la razón democrática y los derechos. Conformando y participando de múltiples escenarios para ello, estuvo Teresa Suárez. Y en esos paisajes la formación, la coherencia en el hacer clínico era central. La iniciativa junto a Carmen Rojero, de formarse en el Modelo Sistémico y traerlo a nuestro país, creo poder decir que resultó de alta relevancia logrando una valoración y reconocimiento -que se mantiene hasta hoy- aportando de manera sustantiva, verdadera, esa que enfrenta y evita una suerte de tutela vitalicia sobre compañeros, colegas, alumnos, pacientes… que dificulta su emancipación convirtiéndoles en devotos.
Tal vez el fulgor de su trayectoria siga favoreciendo reacciones…
Madrid a 1 de mayo de 2024