El hundimiento en el Mediterráneo de un barco cargado de personas buscando remedio a los terribles sufrimientos que viven en sus países y la muerte de, al parecer, 700 personas no puede dejarnos impasibles ni callados. Sabemos que nuestra denuncia no va a resolver el terrible problema que padecen en sus países tantas personas consecuencia de injusticias pasadas y presentes; no va a conmover a los gobiernos cercanos y lejanos que están dejando que cada día mueran personas que buscan vivir en dignidad y que por ello lo arriesgan todo; no va a evitar el terrible sufrimiento de sus familiares y amigos que les han estimulado y ayudado en el esfuerzo tremendo que supone emigrar; tampoco va a servir para enternecer el corazón de las mafias y traficantes de distinto signo que se enriquecen con la necesidad, la fragilidad y el dolor de tantas personas. Nada de eso vamos a resolver pero hemos de expresar nuestro dolor porque somos humanos y nos indigna la injusticia, el silencio cómplice y sabemos del gran daño psíquico que estos hechos generan en tantas personas. La AEN es, desde su origen, extremadamente sensible a las cuestiones que afectan a la justicia, la dignidad, los Derechos Humanos y la atención a las personas en situación de fragilidad. Ha participado en documentos sobre la atención a la salud mental y al sufrimiento psíquico de las personas que migran y, también ahora queremos expresar nuestra solidaridad con todos aquellos que se sienten conmovidos por los frecuentes sucesos traumáticos que viven a lo largo del proceso migratorio. Exhortamos fervientemente a que actúen los que pueden hacer algo para evitar tanta muerte, tanta injusticia y tanto sufrimiento y ayudar a quienes lo padecen.