Mientras tanto en otras asociaciones, rigurosa evidencia, modelos únicos y conflictos estructurales.

Recientemente hemos leído el comunicado de la Asociación Castellano Leonesa de Psiquiatría sobre la OPE de 2016 que nos ha llamado la atención. Nada más lejos de nuestra intención iniciar una guerra entre sociedades/asociaciones/colectivos, si respondemos a su contenido es porque consideramos que refleja un discurso frecuente en torno a la psiquiatría y que nos preocupa.

Es habitual que el resultado de una prueba selectiva genere desacuerdo. Se trata de un grave problema estructural que en algun momento hemos de abordar. Sería deseable que las sociedades profesionales empezáramos a debatir, junto con el resto de los agentes implicados, como transformar el acceso a los puestos de la función pública. Que se elija a las personas más adecuadas para atender a la ciudadanía. Ya iniciamos esta discusión en los comunicados de la AGSM y de la AEN sobre la sentencia de Victor Pedreira, los dós últimos editoriales de la revista y la última entrada de nuestra sección mientras tanto en la prensa.  Pero continuamente surgen nuevas muestras de que en la psiquiatría y la salud mental hay muchos discursos enfrentados (más aún si salimos del espectro profesional) y que ese debate vivo surge sobre un fenómeno lleno de contradicciones.

La AEN no ha guardado nunca silencio acerca de su posicionamiento ideológico que no esta enfrentado ni a la ciencia ni al conocimiento riguroso de las cosas. Pero no hacemos de la ciencia ideologia, ni tampoco caemos en la común trampa de asumir que la "rigurosa evidencia" no puede ser un disfraz de otros posicionamientos ideológicos, porque muchas veces lo es. Posicionamientos ideológicos en torno a modelos, a qué es digno de ser estudiado y qué no y, en suma, a si existe una forma única y excluyente de comprender el sufrimiento.

Hay múltiples discursos en nuestro campo, algunos de ellos colisionan, otros son capaces de coexistir y enriquecerse entre ellos. Dedicaremos nuestro próximo boletín digital al cientificismo, que consideramos que empobrece a la ciencia en sí, a nuestro saber y a nuestro ejercicio.

 


8 de marzo

Información sobre movilizaciones de hoy 8 de marzo aquí y aquí


Mientras tanto en la prensa: discursos de odio, especialistas y guerras culturales.

En esta semana convulsa en la prensa hemos observado varias polémicas, muy distintas entre sí, en las que sin embargo la figura de los especialistas (médicos en este caso) se utilizaba de una forma que ha llamado poderosamente nuestra atención.

Por una parte los medios de comunicación nos traían la muy desagradable noticia de que el autobús propagandístico de una organización de ultraderecha recorría las calles de Madrid, y pretendía hacerlo después en otra ristra de ciudades lanzando un mensaje de desprecio hacia un colectivo muy vulnerable, los niños y niñas transexuales. Basándose en una aparente tautología acerca de los genitales habitualmente presentados por cada género añadían a la aparente “verdad incontestable” el rechazo directo a la existencia de niñas y niños con disforia de género, con identidades de género no binarias o en cualquier otro punto del espectro de género, así como a los niños y niñas intersexuales. Un colectivo que con frecuencia salta a la prensa por ser víctima de situaciones de acoso escolar en las que los entornos infantiles o juveniles escenifican el discurso tránsfobo de la sociedad adulta, empujando a esos menores a situaciones insostenibles. El discurso de odio impreso en ese autobús contra el colectivo de menores trans pasa por algo tan elemental como negarle la existencia a este grupo de personas, confrontando su identidad pretendiendo convertirla en algo opinable. En un primer momento en las redes surge la duda de si protestar contra este mensaje no supone darle más publicidad y pábilo a una organización muy minoritaria y escasamente representativa versus el planteamiento de que ante el odio ante un colectivo tan vulnerable la respuesta ha de ser clara y contundente. Sin embargo la sociedad se encarga de responder con un mensaje de rechazo claro al contenido propagandístico del autobús que sí, ha conseguido muchísima difusión desde la indignación pero ha ganado pocos adeptos en su discurso de odio. El autobús ha iniciado una batalla en lo que se ha denominado “guerras culturales” pero la ha perdido. Sin embargo durante el aluvión de respuestas surge un fenómeno que como asociación de profesionales nos llama la atención. Entre la argumentación de los escasos defensores del autobús de pronto aparece nombrado una y otra vez el Colegio Americano de Pediatras que alerta contra la “ideología de género” y el diagnóstico de disforia de género en la infancia. Rápidamente se recurre a esa opinión de expertos en una verdad incontestable que funciona como arma arrojadiza. Sin embargo poco tarda en aparecer una aclaración desde el otro lado de esta “batalla cultural”: el Colegio Americano de Pediatras es una escisión minoritaria de la Asociación Americana de Pediatras, la cual tiene un discurso claro a este respecto: proteger a los niños y niñas trans, facilitarles su reasignación y su vida conforme a su identidad declarada. Ese “colegio americano de pediatras” ha recibido la categoría de “grupo de odio” por su promulga de mensajes tránsfobos y ultraconservadores, precisamente en esta temática, que propugnó su escisión.

Más allá de lo mayoritario o minoritario de cada una de esas asociaciones que representan la voz de médicos especialistas (en este caso particularmente sangrante por la desproporción de socios a los que representan) este caso ejemplifica muy bien cómo ni la ciencia ni la opinión de los y las científicas son neutrales ni son una verdad objetiva, aunque en contexto de una batalla ideológica sea muy útil considerarlos así.

Ha habido más declaraciones en prensa esta semana que nos han llamado la atención. Una de ellas en torno, otra vez, a la relación de la psiquiatría con la industria farmacéutica. De nuevo pretender responder con absolutos o con “opiniones objetivas de autoridades de criterio incontestable” nos parece un absurdo. Nos hemos manifestado en múltiples ocasiones en relación a este tema. Hasta qué punto ha permeado la industria farmacéutica en la clínica, en los diagnósticos, en los criterios de prescripción y hasta en nuestro lenguaje es tan evidente que basta con entrar a cualquier consulta de psiquiatría y contar el número de logos y cachivaches publicitarios que el paciente ve y el prescriptor no. La ceguera unilateral del “a mí no me influye” tan bien descrita y denunciada por colectivos como NoGracias, Farmacriticxs, No es sano etc. ha campado y aún campa a sus anchas. Los argumentos a favor de la independencia de la industria permanecen sólidos, progresivamente con más eco, aunque aún son mucho menos hegemónicos de lo que nos gustaría. Una prueba más de la potencia de la industria farmacéutica en nuestro mundo profesional es precisamente lo difícil y lento que resulta desprenderse por completo de los humos industriales. Dentro de la AEN aprobamos en las jornadas nacionales de Cartagena el no volver a realizar actividades financiadas por la industria, después de que algunas asociaciones autonómicas nos llevaran la delantera. Pero mentiríamos si dijéramos que en los años previos no ha habido un debate enconado dentro de la asociación, con facciones que defendían la necesidad de seguir disponiendo de esa financiación “industrial” para existir y facciones que alertaban de que sin independencia nuestro funcionamiento no tenía sentido. Los argumentos a favor de la independencia se han mantenido sólidos mientras los argumentos en contra han ido transformándose. Aunque estemos lejos de conseguir que el discurso en contra de esa financiación sea hegemónico en las transformaciones casi caricaturescas que vamos viendo en el discurso pro-financiación-de-la-industria, incluyendo las declaraciones que enlazábamos, queremos ver que poco a poco van perdiendo terreno. Dentro de las profesiones dedicadas a la salud mental se ha librado (y aún se libra) otra de esas guerras culturales en torno a esta financiación y esa independencia. En la que también se ha intentado recurrir a “la voz de los expertos” como hechos incontestables y arrojadizos, como con el colegio americano de pediatras. No es real. Ningún experto representa a todos los expertos (empezando por nosotros) ni el concepto “experto” es una garantía de verdad absoluta. No nos importan los números en este caso, ni cuántos profesionales estén de cada lado de esta batalla ideológica en torno a la relación con la industria. Los argumentos a favor de la independencia creemos que funcionan por sí solos. Aunque los defendiera un único profesional contra todo el resto de su profesión. Este debate, repetimos, enconado, continuará aún por un tiempo. Y a ese seguirá otro, porque la industria encontrará otros modos de crear discurso y de crear negocio (la industria diagnóstica, la financiación directa de asociaciones de pacientes y usuarios, de asociaciones de familiares, etc).

Mientras tanto como asociación de profesionales seguimos trabajando desde la humildad y desde la búsqueda de la coherencia en construir un discurso profesional carente de odio, carente de verdades absolutas y carente de influencias de quienes en la salud sólo quieren ver negocio. Tardemos lo que tardemos.


La Junta de la AEN-PSM ante la sentencia del Juzgado de Pontevedra en apoyo de Víctor Pedreira y más

Desde la Junta de la AEN-PSM queremos unirnos a la satisfacción general por la sentencia del Juzgado de lo Contencioso Administrativo de Pontevedra favorable a nuestro compañero y socio el Dr. Víctor Pedreira.
Merece ser celebrada, en primer lugar,  por el reconocimiento al tesón de Víctor Pedreira. Un empeño que no se dirige tanto a la reposición de sus méritos, que no necesitan ser convalidados por nadie, sino a no dejar impune la vergonzante actuación de algunos miembros del tribunal. La sentencia ofrece una excelente descripción de los entresijos ilegales de la adjudicación fallida. Transciende la espesa prosa jurídica para convertirse en un testimonio acusatorio de determinadas personas y determinadas prácticas.
Es particularmente preocupante, además, porque la comisiones evaluadoras están compuestas por representantes de diferentes entidades e instituciones. Estas también resultan empañadas.
Con la misma firmeza reafirmamos nuestro compromiso de no participar en estas prácticas que denunciamos.
Por eso es inmenso el agradecimiento al empeño de Víctor Pedreira en sacar adelante su denuncia cargado no solo de razones sino de tenacidad. Su Víctoria ha de ser también un nuevo “Nunca máis” que sacuda esa extendida forma de corrupción que se practica, como acertadamente comenta el comunicado de la AGSM, en el acceso a los cargos de responsabilidad en los equipos y en otras muchas plazas de la función pública.
El ejemplo de Víctor nos obliga a reflexionar sobre cómo queremos que se diluciden estas cuestiones. Hemos de ser capaces de armar una estrategia para que el poder de la ciudadanía (y de los ciudadanos y ciudadanas que son profesionales) sea el decisivo; en el que la capacidad, el mérito y la experiencia lo sean en la medida en que sirven a los intereses de esa ciudadanía y no de las diferentes corporaciones que conforman los tribunales, alejadas de su originaria representatividad.
Porque, incluso cuando se hacen las cosas bien, sin la tosca manipulación que manifiesta la sentencia, aparecen problemas. Muchos proyectos innovadores se quedan detenidos en los líos administrativos, baremos, “perfiles” y  otros manejos que acaban situando a profesionales valiosos en lugares inadecuados. Hay equilibrios imposibles de derechos que han desarbolado muchos equipos. Todo esto con la  sonrisa compasiva del sector privado que presume de su mayor eficacia en la selección de personal, siempre más fácil cuando los criterios de eficacia son mercantilistas.
La tarea es compleja y va unida a la crisis del sistema de representación de nuestra democracia. La captura del poder por los detentadores del poder y su alejamiento de la ciudadanía es un tema cada vez más presente. Y, junto a ellos, los temores a que otras formas de representación no vayan a ser peores. Pero hay que irlo pensando.
Democraticemos los equipos de salud mental, incluyamos a las personas usuarias y a sus familiares en la toma de decisiones y volvamos a pensar los consejos de salud que se quedaron perdidos  o se burocratizaron en las buenas intenciones de la reforma sanitaria. Y apostemos inequívocamente por la transparencia de las organizaciones. Es la mejor aliada contra la corrupción.
Uff, Víctor, cuanta faena nos da esta sentencia


Mesa Redonda: "Voluntades anticipadas en salud mental"

9 de febrero de 2017 - 20:00 horas

Club de Prensa Asturiana de la nueva España (Oviedo)

Organiza: Asociación Asturiana de Neuropsiquiatría y Salud Mental

ACCEDA AQUÍ AL PROGRAMA DE LA MESA REDONDA

 


Plan Estratégico de Salud Mental de la Islas Baleares 2016 - 2020

Se está elaborando el Plan Estratégico de Salud Mental de las Islas Baleares 2016-2020, para lo cual se ha formado un comité de once profesionales del ámbito de la salud mental (psiquiatras, psicólogos, enfermeros, trabajadores sociales y terapeutas ocupacionales)

La filosofía inicial para elaborar el nuevo Plan es la participación del mayor número posible de profesionales de la salud mental y de otros organismos que pueden aportar conocimientos por el hecho de trabajar con personas con algún trastorno mental, como Servicios Sociales, Educación y la Oficina del Defensor del Menor.

Se  ha aprobado un Decreto que establece la Cartera básica de servicios sociales de las Islas Baleares para el período 2017-2020. Esta determina el conjunto de prestaciones del sistema público de servicios sociales que presta el Gobierno de las Islas Baleares o que financia por medio de convenios con otras administraciones públicas. La redacción y la aprobación de la Cartera de servicios sociales supone un paso más en el reconocimiento de nuevos derechos sociales para los ciudadanos de las Islas Baleares.
En este sentido, la Cartera de servicios que se ha aprobado y que entrará en vigor el día 1 de enero del año 2017, reconoce nuevos derechos sociales para los ciudadanos de las Islas Baleares.
Entre estos derechos, hay servicios que se pondrán en marcha en 2017 y que van dirigidos a personas con diagnóstico de salud mental (servicio de viviendas  y servicios ocupacionales).

Junta Directiva ABSM


Mientras tanto en la prensa: Trevicta, publici-ciencia y discurso

Desde hace unos días podemos encontrar en prensa, especializada y generalista, publicidad disfrazada de información en torno a la comercialización de un fármaco, Trevicta, avalada por diversos profesionales, concretamente psiquiatras y jefes de servicio de distintas áreas. Presumiblemente estas “noticias” aparentemente esperanzadoras tendrán mucho más recorrido en prensa que este excelente texto publicado hace unos meses en postpsiquiatría: “Antipsicóticos atípicos de liberación prolongada: despilfarrando el dinero de todos” en el que ya se desgranaban las trampas que subyacen a esta promoción; entre ellas la nula innovación terapéutica y la apuesta por un modelo basado en fármacos carísimos sin beneficio sobre sus equivalentes más baratos y cuyo coste-oportunidad pone en riesgo el modelo comunitario sobre el que deberían administrarse esos fármacos. También serán, presumiblemente, más leídas que las reacciones que hemos podido leer esta semana, como esta contundente entrada de Mad in América Hispanohablante donde se describe lo que subyace tras este tipo de publirreportajes. O que esta entrada de NoGracias donde recogen otra andanada de argumentos incontestables.

Hay una serie de batallas que por el momento tenemos perdidas. La publicidad disfrazada de ciencia hace mucho que revistió el interior de muchas consultas, muchas publicaciones y mucha investigación. Será un camino largo y tortuoso conseguir deshacer ese fenómeno y recuperar la credibilidad. La promoción de fármacos que aportan nula innovación terapéutica pero son divulgados como nuevos campa desde hace décadas pese al esfuerzo denodado de distintos organismos en combatir este fenómeno. Si bien no es un fenómeno exclusivo de nuestro campo, en los psicofármacos lo encontramos de forma repetida junto a estocadas muy dirigidas al desmantelamiento del modelo comunitario y la hegemonía del modelo biocomercial.

Queremos fármacos mejores, claro está, y queremos que haya investigación desarrollándolos. Pero no queremos los mismos fármacos presentados una y otra vez con caja y nombre nuevo ("Me too") para justificar sus disparatados precios y evidentemente no queremos que se venda como una ventaja el poder minimizar el seguimiento de los pacientes, por mucho que en una tabla de resultados eso pueda venderse como un éxito.

Pero aunque tengamos perdidas muchas batallas, no hay duda de que vamos a vernos en esta situación una y otra vez. Mientras sigamos sosteniendo la idea de que la solución al sufrimiento psíquico viene exclusivamente por un fármaco cuanto más nuevo mejor y que imaginamos perfecto y sin un solo efecto adverso, mientras gastemos en esa ilusión el presupuesto que podríamos gastar en una red que además de fármacos proporcionara otros recursos, mientras depositemos la esperanza de ese fármaco-mágico en empresas más preocupadas por los beneficios que por la verdadera innovación terapéutica, seguirán apareciendo en los periódicos publirreportajes que nos traigan cada pocos meses el fármaco definitivo™, olvidando todos los anteriores, olvidando que se sostienen sobre una ilusión falsa y que mantener esa ilusión nos impide hacer lo que sí podríamos estar haciendo.